lunes, 17 de agosto de 2009

Contra la justicia

Es una regla universal. Siempre llora antes quien no debe. el llanto, el verdadero llanto, el auténtico jugo de penas, aparece por primera vez siempre en el sitio equivocado. En los ojos del dejado y no en los del que deja, en los ojos de la víctima y no en los ojos de su asesino, en los de los padres de Marta del Castillo, y no en los de Miguel.
Por eso , hoy quiero romper todas las lanzas que me queden por los que viven dolidos, por los que mueren sanados, por todos los que están jodidos hasta el punto en el que todo les da igual, por todos los que perdieron el norte, independientemente de la distancia a la que se encontraran de él.
Igual es que hoy me siento un poco menos infalible, lo mismo es que se me fue la mano con sentimientos a fondo perdido, pero creo de verdad que con cada día que pasa, quien no se hace más vulnerable es que no merece ni la vida en la que está.
Hoy me solidarizo con el dolor más genérico y con el más concreto, desde el más profundo sufrimiento de unos padres con la alegría extirpada, hasta el más tonto y pasajero que pueda llegar a inventar, hoy me inscribo en la legión de luchadores que apuestan que van a perder, porque saben que es la única forma que tienen, a apartid de ahora, de ganar.
Intentamos disimularlo, pero el dolor seco que sucede al llanto es todavía más amargo que cualquier tormenta de sollozos salados. Intentamos sobrevivirnos, pero la ironía de la vida es lo único que no tiene final. Y es esa ironía, irónicamente, la que nos mata.
Es injusto que llore quien no debe. Es injusto que ya no esté quien debería estar. Es injusto, y por eso mismo, ya no tiene nada que ver con la justicia.
Justicia sería volver a desconocer lo que ahora sabemos. Justicia sería no haber perdido ni un ápice de nuestra inocencia. Justicia sería seguir creyendo en la justicia. Justicia sería que Marta despertase hoy. Y con ella otros tantos que injustamente se fueron.
El resto, el resto son sólo apaños del ser humano que hace todo lo que buenamente puede. La noticia ha pasado, el caso será archivado, los imputados juzgados, los culpables encarcelados temporalmente y la opinión pública seguirá su vida como si nada de todo esto hubiese ocurrido.
Pero no dejo de pensar en esa madre ilusionada hace diecisiete años, el día que estaba a punto de parir a una preciosa niña a la que llamaría Marta, cuando el médico de turno le dijo seguramente la única y más verdadera frase de toda su vida.
Esto te va a doler.

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